Mi familiar tiene fallos de memoria, ¿puede ser Alzheimer?

Guía sobre el diagnóstico y la evolución de la enfermedad de Alzheimer

Cómo se diagnostica la enfermedad

Para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer u otras demencias se hacen varias cosas:

1. Estudiar los síntomas que notan tanto el paciente como su familia, así como lo que el/la médico ve en la consulta. Es importante saber qué es lo que preocupa (memoria, atención, orientación, lenguaje, etc.), cuándo comenzaron a notarse los cambios y cómo han ido avanzando. Esto se llama anamnesis y, en medicina, especialmente en neurología, aporta gran información.

2. Hacer pruebas complementarias. Una vez el/la médico tiene una idea sobre qué puede estar pasando, pedirá algunas pruebas médicas, que sobre todo serviran para descartar otras causas que pueden dar fallos de memoria.

Se suele solicitar un TAC (escáner) o una resonancia magnética de cráneo, para descartar, por ejemplo, un ictus o un tumor cerebral. Y también se pide una analítica general, para ver posibles fallos en el riñón, el sodio, el hígado, vitaminas, etc.

Como decíamos, es importante saber que estas pruebas sólo nos descartan causas secundarias como, por ejemplo, el ictus, pero en ninguna de ellas SE VE si hay Alzheimer o no.

En algunos casos, además, se piden pruebas específicas, como el PET-amiloide o estudio del líquido cefalorraquídeo a través de una punción lumbar. Estas pruebas ayudan a concretar el diagnóstico y se hacen a personas con fallos leves o patrones atípicos (es decir, casos «raros») cuando no está tan claro el diagnóstico. Estos estudios pueden complementar información a todo lo anterior.

3. Estudio neuropsicológico. Con las preguntas y tests que pasan los/las neuropsicólogos/as al paciente, adaptados siempre a su nivel de alfabetización y edad, se determina qué tipo de fallos cognitivos hay y en qué grado. Estos tests suelen aportar mucha información sobre qué enfermedad o alteración concuerda con los fallos que tiene. Aun así no siempre se pueden realizar como, por ejemplo, en personas en una fase avanzada de la enfermedad, ya que no es relevante la información que se extrae.

4. Una vez hecho lo anterior, se da un diagnóstico de probabilidad. Es decir, se habla de posible o probable Enfermedad «tal»: ya sea enfermedad de Alzheimer, deterioro cognitivo vascular, Enfermedad por Cuerpos de Lewy, etc.

La sospecha es de Alzheimer, ¿cuál es la evolución en estos casos?

La rapidez o evolución de la enfermedad de Alzheimer es personal, cada individuo lleva su ritmo.

Lo habitual es que las pérdidas sean lentas, poco a poco, en los años siguientes, aunque sin vuelta a atrás.

Cuando puntualmente aparecen en paralelo al Alzheimer otras enfermedades, como infecciones; se le cambian los tratamientos; o hay estrés por el motivo que sea, no es raro que la persona con Alzheimer pueda empeorar «momentáneamente» y, cuando estas situaciones reversibles mejoran, recuperan el estado cognitivo en el que estaban antes de empeorar, aunque no siempre vuelven al 100%.

Como decimos, cada persona evoluciona a «su propio ritmo». Habitualmente, desde que se diagnostica hasta que la persona ya pierde completamente sus facultades, pasan unos 10 años de media, aunque hay que tener en cuenta que cada vez diagnosticamos más temprano, por lo que este tiempo puede ser algo mayor. Pero como digo, cada persona y sus circunstancias son distintas.

Por ejemplo, una persona con enfermedad de Alzheimer a la que le diagnostican otra enfermedad grave o crónica, empeorará mucho más rápido, ya que tiene otros daños añadidos.

¿Existe cura para el Alzheimer? ¿Qué tratamientos se dan?

Como ya publicamos en una infografía con algunos datos básicos de los tratamientos que se suelen dar en la Enfermedad de Alzheimer, hay diversas medidas farmacológicas y no farmacológicas.

A día de hoy no existe ningún tratamiento curativo y, cuando se receta alguno de los que se mencionan en el PDF, es siempre valorando el riesgo-beneficio.

Los tratamientos “específicos” no están indicados ni en las fases muy tempranas de la enfermedad ni en las avanzadas, aunque cada paciente se valora en función de sus características y contraindicaciones.

La mayoría habréis oído hablar de un “fármaco nuevo que ha salido en Estados Unidos “. Se llama Lecanemab y en la Unión Europea todavía está pendiente de ser valorado, y ya tras ello, ver si se aprueba su uso. Esto es así porque realmente no cura, y hay que examinar bien si el beneficio que da, así como el coste que tiene, compensa en relación con los efectos secundarios que produce,

Desde la perspectiva de la familia, ¿qué podemos hacer?

La familia y el entorno de la persona afectada de Alzheimer puede ayudar mucho. Aquí dejamos algunos consejos:

– Realizar ejercicios de estimulación cognitiva puede retrasar la evolución de la enfermedad: manualidades, talleres de memoria, crucigramas, juegos de mesa, tener un calendario y mirar la fecha todos los días, dejar recordatorios en agendas o relojes…

Se puede acudir para ello a talleres en centros especializados, hospitales de día, etc. o bien trabajarlo en casa, aunque se tenga que insistir y hacerlo juntos. Si estas actividades para la mente se acompañan y adaptan a los gustos del paciente, es mucho mejor, ya que siempre será más entretenido y le costará menos de hacer.

– Aunque hay que supervisar ciertas tareas, siempre que tengan posibilidad, hay que dejarles actuar sin acaparar nosotros todo. Realizar nosotros cosas que ellos pueden hacer no les ayuda, al contrario, se acostumbran a no hacer nada y el cerebro «trabaja menos».

– Está demostrado que mantener relaciones sociales favorece al cerebro: quedar a tomar café, comida en familia, salir a pasear acompañados. Por ejemplo, se puede reforzar el recuerdo de quien es cada persona, quedar con amigos de manera rutinaria y, si es posible, hacerlo en sitios conocidos, así como otras actividades similares.

– Tener rutinas y horarios establecidos, ya que al cerebro le gustan las costumbres. Si tenemos rutinas claras, el cerebro recordará mejor cuando tiene que tomar una pastilla, ir al gimnasio o la hora a la que tiene que comer.

– Llevar una dieta equilibrada es importante. Se recomienda ingerir menos cantidad de grasas y azúcares y tomar más verduras y proteínas, así como también es importante tomar varias veces por semana pescados, que llevan ácidos grasos parecidos a los que tienen las capas que cubren las neuronas. También es recomendable evitar la cafeína tras las comidas (para dormir mejor por la noche) y no tomar alcohol en exceso.

– Actividad física, siempre adaptada a las posibilidades de la persona. Al menos, caminar varias veces por semana ayuda a que se irrigue (llegue mejor la sangre) el cerebro y mantiene la musculatura en general.

– Evitar el sedentarismo y que duerman durante el día. así evitamos que por la noche no tengan sueño y se desorienten.

Conclusiones:

– Saber que nuestro familiar tiene fallos de memoria que probablemente evolucionen a peor es duro y se requiere tiempo para ir asimilando e ir viendo como va todo, más que nada porque nadie sabe qué sucederá.

– Por eso, hay que intentar centrarse en como está o están HOY, seguir trabajando y disfrutando e ir informándose de todo esto poco a poco: no saturarse con miles de datos, ir conociendo y leyendo en sitios de fiabilidad y evitar centrarse en todo lo negativo que puede suponer.

→ No pensar que “el vecino tiene esto y está así, así que mi madre también estará igual”: no todo el mundo sigue la misma evolución ni tiene la misma vida.